En el nido de la Serpiente

Caminar por las calles del viejo Puerto México es perderse un momento entre las palpitaciones de una joven ciudad que puja por el progreso, mientras intenta conservar apenas un halito de la vieja historia de su nacimiento en la ribera del río Coatzacoalcos. Milenaria historia sujeta al regreso prometido de la Serpiente Emplumada, a las andanzas de la Malinche y a la furia del español conquistador que vino a reescribir su destino.
En la última década el crecimiento de la ciudad y puerto de Coatzacoalcos ha sido sumamente vertiginoso, desarrollo que comenzó a despuntar a finales del siglo XX con la llegada de la primera plaza al conclave comercial por excelencia ubicado en el poniente.
Posteriormente, hace menos de cinco años comenzó la invasión de cadenas de autoservicio, almacenes departamentales y restaurantes de importantes franquicias extranjeras y nacionales que se acomodaron en las dos nuevas plazas que llenaron de marcas y novedades a los porteños; así como sucursales de reconocidos hoteles de categoría cinco estrellas, los cuales eligieron ubicarse cerca de las zonas comerciales.
Sin embargo, pese al progreso que de pronto aleja por un momento los modestos orígenes de esta ciudad que a finales del siglo XIX no era más que un caserío y una guarnición militar; los porteños de corazón no olvidan los sitios de esparcimiento y convivencia social que han dado identidad propia a una ciudad presa de la contaminación industrial.
El malecón costero, el museo del Faro en Allende, el parque Independencia, la vieja Iglesia de San José - hoy a punto de volverse catedral -, así como el boulevard Ávila Camacho (cabe recordar que cerca de este punto existió el desaparecido Barrio Chino y hoy en día aún subsiste el llamado Barrio Bravo de las Escolleras, donde aún viven los herederos de aquellos pescadores que fundaron las primeras cuadras de Díaz Mirón y Madero), son algunos de esos sitios.
Aparte, no debe olvidarse que donde se encuentran los recintos de la Armada y el Ejército Mexicano alguna vez se erigió el fuerte militar que defendía la provincia de los embates de fieros piratas nórdicos, ingleses y franceses.
Coatzacoalcos es un pedazo de historia viva, que late en el corazón de cada porteño que no olvida el azote del inolvidable “norte” que solamente aquí podía haber nacido.

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